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Vacunas contra el cáncer:

Preventivas, Terapéuticas, Personalizadas

Gavin P. Dunn, MD, PhD
Washington University School of Medicine en St. Louis

Las vacunas contra el cáncer son una forma de inmunoterapia que puede ayudar a educar al sistema inmunitario sobre el «aspecto» de las células cancerosas, para que pueda reconocerlas y eliminarlas.

Las vacunas han demostrado ser eficaces en la prevención de enfermedades causadas por virus y bacterias. Desde el desarrollo de la primera vacuna hace más de 200 años, se han podido prevenir algunas de las enfermedades más letales del siglo XX, y se ha ayudado a salvar cientos de millones de vidas en todo el mundo.

En el caso de enfermedades causadas por virus (p. ej., sarampión, poliomielitis y viruela) y bacterias (p. ej., difteria, tétanos y tuberculosis), las vacunas funcionan al exponer a las personas a una versión debilitada o inactivada de la amenaza. Esto le permite al sistema inmunitario identificar estas amenazas de acuerdo con sus marcadores específicos, conocidos como «antígenos», y preparar una respuesta para atacarlas. Estas vacunas suelen funcionar mejor de manera preventiva, es decir, administrándose antes de que la persona sea infectada por la bacteria o el virus.

No obstante, la situación es más compleja en el caso del cáncer por varias razones (que se amplían más adelante), lo que ha dificultado el desarrollo de vacunas para prevenir o tratar el cáncer. En particular, a diferencia de las bacterias y los virus que parecen extraños a nuestro sistema inmunitario, las células cancerosas se parecen más a nuestras células normales y sanas. Además, el tumor de cada individuo es en cierto modo único y tiene sus propios antígenos distintivos. Por ello, se necesitan enfoques más sofisticados para desarrollar vacunas eficaces contra el cáncer.

Vacunas preventivas contra el cáncer

Las infecciones virales son responsables del desarrollo de varios cánceres, por lo que las vacunas preventivas desempeñan una función importante en la reducción del riesgo. Por ejemplo, el cáncer de cuello uterino y el cáncer de cabeza y cuello pueden ser causados por el virus del papiloma humano (VPH), mientras que el cáncer de hígado puede ser causado por el virus de la hepatitis B o VHB. Se han desarrollado varias vacunas que pueden prevenir el VHB y la infección por VPH y, como consecuencia, proteger contra la formación de cánceres relacionados con el VHB y el VPH. 

Cuatro de estas vacunas preventivas contra el cáncer han sido aprobadas por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los EE. UU. (FDA).

Vacunas terapéuticas contra el cáncer

El tumor de cada individuo es en cierto sentido único y tiene sus propios antígenos distintivos, por lo que se necesitan enfoques más sofisticados de vacunas contra el cáncer.

Afortunadamente, los médicos ahora pueden identificar blancos en los tumores de los pacientes que pueden ayudar a distinguir las células cancerosas de las células normales. A veces, estos blancos son proteínas normales producidas en niveles anormalmente altos por las células cancerosas, como la fosfatasa ácida prostática (PAP), que a menudo presenta expresión aumentada en las células del cáncer de próstata. Aprovechando esos conocimientos, se desarrolló la vacuna Sipuleucel-T, que recibió la aprobación de la FDA en 2010, para el tratamiento de pacientes con cáncer de próstata en etapa avanzada. Además, las proteínas derivadas de virus expresadas por células cancerosas infectadas por virus constituyen otra fuente prometedora de marcadores que pueden atacarse mediante vacunas.

Otra excepción es la BCG o Bacillus Calmette-Guérin, una vacuna contra la tuberculosis que actúa como estimulante inmunológico general. En 1990, la BCG se convirtió en la primera inmunoterapia aprobada por la FDA, y aún hoy se la utiliza para el tratamiento del cáncer de vejiga en estadio temprano.

Vacunas personalizadas de neoantígenos

A diferencia de las proteínas normales, si bien con expresión aumentada, como la PAP, los tumores presentan blancos únicos provocados por mutaciones denominados neoantígenos, («nuevos antígenos») y se expresan exclusivamente mediante células tumorales y no por células sanas del paciente. Por lo tanto, con las vacunas de neoantígenos es viable que las respuestas inmunitarias se dirijan precisamente a las células tumorales de los pacientes sin atacar sus células sanas, evitando así los efectos secundarios.

Además de las vacunas antes mencionadas, actualmente se están evaluando en ensayos clínicos varios tipos de vacunas de neoantígenos, tanto solas como combinadas con otros tratamientos, en diversos tipos de cáncer.

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