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MONSEÑOR ROBERTO SIPOLS
Hasta que no nos agarremos todos de la mano no vamos a construir el país que soñamos, es la barrera de violencia que se debe derribar...
Fuente: Investigaciones en Red:
Texto: Desayuno en la redacción
Notitarde, estado Carabobo
Monseñor Roberto Sipols con la intención de enviar un mensaje a todos los cristianos utiliza los medios a su alcance.
Vestido de negro y con su cleriman ajustado como buen diocesano, llegó a la redacción de Notitarde Monseñor Roberto Sipols con la intención de enviar un mensaje a todos los cristianos.
“Nosotros podemos vivir todos los días en un paraíso si lo deseamos de corazón. Resucitar en vida es nacer de nuevo, todos podemos resucitar en vida”, expresó.
El Desayuno en la Redacción se convirtió en una gran catequesis donde el padre Roberto haciendo uso del don de la palabra y la espontaneidad manifestó que la esperanza es una virtud muy hermosa, por lo que en el tiempo de Pascua debemos saber y confiar que los dolores no son definitivos, ni siquiera la muerte lo es. Por ese motivo hizo suya la expresión del salmista: “por la noche nos visita el llanto y en la mañana la alegría”.
“En nuestros países nos hemos quedado mucho en la parte del dolor y de la muerte, pero la cosa bella de la Iglesia es que el dolor y la muerte no son definitivos. Y entonces mi mensaje sería: traten de acercarse a la Iglesia ahora, más que a pedir a celebrar, a avivar la esperanza, porque Dios siempre tiene cosas buenas para uno, Dios tiene muchísimas cosas buenas para todos nosotros. La Pascua es saber que esas cosas buenas vienen”, expresó.
Acerca de la bondad del venezolano y de la postura de la Iglesia Católica frente a la situación actual del país habló el Vicario de la Arquidiócesis de Valencia a Gustavo Rízquez, director de Notitarde; Humberto Torres, editor-jefe; Alecia Rodríguez, editora de regiones; Vanessa Carreño, editora diurna; Jennifer Nehme Sipols, su sobrina; a las periodistas Karín Rivero y Ketherine Ledo; la reportera gráfica Junny Sánchez y Karen Grisel Mendoza, quien suscribe el presente trabajo.
¿La Iglesia debe opinar sobre la situación del país?
-Como decía Santo Tomás de Aquino, la virtud está en el medio, en el equilibrio.
No podemos decirle a la Iglesia que sea indiferente si la gente está sufriendo, dividida. La gente no puede pretender que hablemos de Dios sin nombrar la realidad humana, hay que tocarlas, evangelizarlas. El otro extremo es que nos pongamos de un lado o del otro de la política. Yo como sacerdote soy el papá de todos, yo tengo mi corazoncito, yo voto, yo tengo mi equipo de fútbol, fui por Alemania en el mundial y ganó (risas). Pero en política decido al momento de votar, porque soy un personaje público y religioso. Y a mi persona debe tener acceso todo el mundo, no estoy de acuerdo con posturas tan radicales, creo que hay gente que está confundida en su misión. Nosotros que estamos al servicio del pueblo de Dios no podemos cerrarles las puertas ni a uno ni a otros.
El clérigo dijo que la postura oficial de la Iglesia ante la situación en el país la manifiesta la Conferencia Episcopal de Venezuela. “Nuestra nación tiene una madre que es la Virgen María, que incluye también a los que no creen en ella, y tiene también una especie de papá, un papá bueno, que somos los curas y yo no quiero dar razones para que ninguna persona buena quisiera dejar de llamarme padre”, meditó.
El Vicario de la Arquidiócesis reflexionó acerca de la bondad impresa en el alma del ser humano: “todo corazón está hecho para la verdad, todos somos imagen de Dios. Pero la Iglesia debe alzar la voz ante crímenes atroces como el narcotráfico, que se paga muy caro”.
“¿Cómo haces tú para convertirte en un factor moral dentro de la sociedad sin hablar nunca, sin denunciar nunca? La misión moral escuece”, resaltó.
“El país tiene muchas crisis en este momento y yo creo que mi misión como sacerdote y como venezolano es asumir todo con optimismo y alegría. Lo difícil y lo fácil. Ésa es la actitud de la gente resucitada, testimoniar más de la resurrección que de la cruz solamente. De la cruz viene la resurrección; si nos quedamos sólo con una, estaríamos fallando, no podemos caer en una vida ilusoria ni tampoco vivir de cruces”.
La Iglesia tiene que ser un lugar para todos.
Tras más de tres décadas de ordenación sacerdotal, Monseñor Sipols, sin grietas en sus convicciones, enfatizó que la Iglesia tiene que ser un lugar para todos.
“En mi parroquia nos agarramos todos de la mano y cantamos que no importa si somos chavistas u opositores, si estás aquí conmigo dame la mano y mi hermano serás. Y hasta que nos agarremos todos de la mano no vamos a construir el país que soñamos y ésa es la barrera de violencia que debemos derrumbar”.
“Cristo no vino a la tierra a excluir a nadie, a nadie. Ni a los que piensan distinto, ni a los que huelen mal. Hay una Palabra de Jesucristo que es para todos:
El Hijo de Dios no vino al mundo a condenar al mundo, sino que el mundo se salve a través de Él. Y ése es el Evangelio de Cristo, así de amplio, así de abierto”.
La violencia es como la electricidad
-Cuentan que San Francisco de Asís llegó una vez al pueblo de Gubbio, Italia, cuyos habitantes estaban aterrorizados por la amenaza de un lobo que se comía a la gente. Y entonces Francisco, que era muy pobre y estaba extremadamente delgado, les preguntó a las personas por qué se encerraban en sus casas tan temprano, y los habitantes le respondieron que tomaban esa medida antes de la llegada del animal, y él les dijo: “Ábranme la puerta, voy a salir”. “¿Estás loco?, será un suicidio, te van a comer”, pero Francisco no les hizo caso y al encontrarse frente al lobo le tendió la mano y éste le dio la pata. Francisco lo enseñó además a pedir comida en un envase. Hoy día el lobo está enterrado en una iglesia. Yo pienso que cuando uno tiende la mano la cosa cambia-, puntualizó.
Ungido con el magisterio de la sencillez, Monseñor Sipols explicó que la violencia es como la electricidad, de manera que si le sirves de conductor la corriente sigue, “eso es como cuando estábamos en la escuela que jugábamos a pellizquito para ti y felicidad para mí”. ¿Cómo se acababa el juego? ¡Cuando la gente dejaba de pellizcar! Por ese motivo, cuando hay una persona no violenta como Gandhi que se enfrentó contra un imperio -y uno bien violento- se pone fin al ciclo.
“Nosotros no podemos consentir la violencia intrafamiliar, por ejemplo. Ni violencia verbal ni de ningún tipo, debemos responder siempre con amor porque todos somos espejos”.
Este hombre de Dios, súper activo en las redes sociales, considera que
“Venezuela necesita gente no violenta, pero no violenta activa, como Gandhi, que no es violenta, pero hace, genera, cambia. Porque no se trata de ser un no violento pasivo. Si decimos: ‘Yo defiendo mis derechos, pero sin violencia’, la cosa se corta”.
Cristo es un cuerpo y tiene muchos órganos
En la Arquidiócesis de Valencia se ha dado inicio a la institución de ministerios laicales, de manera que la responsabilidad no recaiga sólo en obispos y sacerdotes, sino sobre todos los bautizados.
En este sentido, los Ministros Extraordinarios de la Eucaristía se ocupan en llevar la Sagrada Comunión a los enfermos y atenderles espiritualmente.
También los lectores se encargan de la formación de los católicos; por su parte, los acólitos ayudan a los sacerdotes en el altar. Y, después de muchos años de trabajo, el mes de diciembre se ordenarán los primeros diáconos permanentes, hombres casados y profesionales que se dedicarán a impartir los sacramentos del bautismo y el matrimonio, reservando la misa y la confesión sólo a los sacerdotes.
Una iniciativa plausible que ha generado muchos frutos entre los fieles de la Arquidiócesis de Valencia ha sido la creación de la Escuela de Teología para Laicos “Monseñor Luis Eduardo Henríquez”, de la que este año egresará la cuarta promoción y cuyo diplomado en Sagrada Teología ha sido avalado por la Universidad de Carabobo y respaldado por el Seminario de Valencia “Nuestra Señora del Socorro”.
El diplomado es impartido en la sede del Seminario de Valencia por sacerdotes del clero, estructurado en cinco semestres.
La formación permanente del laicado ha dado cabida también a la institución de los Ministros de la Esperanza, cuya misión es llevar a las personas un mensaje de aliento ante el dolor de la muerte.
Sólo se requiere ser bachiller, mayor de edad y estar recomendado por un sacerdote para formar parte de la Escuela de Teología “Monseñor Luis Eduardo Henríquez”.
Valencia, semillero de vocaciones
En la Hacienda Bosqueserino, en San Diego, estado Carabobo, se ubica el Seminario Mayor Arquidiocesano “Nuestra Señora del Socorro”, que alberga actualmente a más de 100 seminaristas no sólo de Valencia, sino de otras Diócesis del país como La Guaira, Calabozo, San Felipe y el Ordenariato Militar.
Durante ocho años, los formados reciben instrucción en filosofía y teología. Luego de evaluadas las condiciones, la Iglesia les concede progresivamente la admisión a las sagradas órdenes, luego se les instituye lectores, posteriormente acólitos, luego diáconos y, finalmente, sacerdotes, no sin antes vivir un año pastoral en la parroquia o bajo la asignación que decidan en conjunto el padre rector, actualmente el presbítero doctor Alfredo Fermín, y el arzobispo de la ciudad, Monseñor Reinaldo Del Prette.
El Seminario de Valencia fue fundado por el ahora Cardenal Jorge Urosa Savino. Inicialmente se impartía sólo filosofía, luego desarrollaron una de las mejores teologías. Actualmente la casa de estudios está adscrita a la Pontificia Universidad de Bogotá, los profesores son de primera clase, se trata de un buen grupo de licenciados y doctores formados en Roma y en España.
“Nuestro Seminario es uno de los mejores de Venezuela”, acotó el Vicario de la Arquidiócesis.
El año pasado el Seminario recibió una visita apostólica de un enviado del Papa Francisco, un obispo mexicano, durante la cual se hizo una revisión de los planes de estudios entre otras áreas. “Salimos muy bien parados.
Nuestro Seminario es un orgullo para la ciudad”, señaló.
Agregó que “gracias a Dios Valencia no ha sido una Diócesis que se ha visto afectada por la carencia de sacerdotes; al contrario, actualmente hay dos presbíteros valencianos asignados en la Diócesis de San Carlos; dicha concesión se conoce como diezmo misionero. Además de tres sacerdotes estudiando fuera del país”.
El Papa quiere que en el Sínodo de la Familia hable toda la Iglesia
Sobre los divorciados vueltos a casar y la visión de la Iglesia frente a la homosexualidad, el Vicario de la Arquidiócesis de Valencia dio su punto de vista, a la luz de la Palabra y el magisterio de la Iglesia, tomando como referencia las reflexiones obtenidas del todavía inacabado Sínodo de la Familia convocado por el Papa Francisco en octubre de 2014.
“Hasta ahora nos hemos concentrado en que la persona que se divorcie y se case con otra comete adulterio, pero un matrimonio destruido no es adulterio.
Un matrimonio se puede destruir por muchas otras razones sin que haya una tercera persona. La Iglesia no puede excluir a esos hijos suyos”, sentenció.
El párroco de la Asunción y Santa Rita de El Trigal recordó las enseñanzas de su madre en relación al tema de los divorciados. “Mi madre para mí fue una maestra. Cuando estaba pequeñito me decía en Bejuma: ‘¡Tú ves, ella no puede comulgar, pero hace caridad!; en cambio, aquélla comulga, ¡pero es la chismosa del pueblo!’”, refirió de manera anecdótica.
-¿Entonces con quién se complace más Dios? ¡Con quien tiene caridad! -se respondió-. Hay que reflexionar mucho para llegar a la solución.
-Mi mamá tenía una amiga divorciada y vuelta a casar que no podía comulgar -relató-. Entonces ella después de recibir el cuerpo de Cristo se sentaba al lado de Carmen (así se llamaba su amiga), le tomaba la mano, se la ponía en el corazón y le decía: “Lo traje para las dos”. Así Carmen comulgaba en el corazón de mi mamá-, contó.
“Yo creo que nadie decide ser gay”
El presbítero Roberto Sipols se mostró muy sensible ante el rechazo de la sociedad venezolana y especialmente de fieles de la Iglesia hacia los homosexuales.
“Yo creo que nadie decide ser gay, las personas son gays o no lo son. Y todos somos iguales a los ojos de Dios”.
Subrayó que el pensamiento de la Iglesia para con los homosexuales no es un pensamiento de condenación, “especialmente porque son personas que sufren mucho por su condición, y eso no está bien”, reprochó.
En este sentido, refirió que en el numeral 2.358 del Catecismo de la Iglesia Católica se lee que la homosexualidad representa una cruz para mucha gente y que, por lo tanto, “esos hermanos nuestros deben ser incluidos, respetados”.
“Recuerdo una vez -manifestó- que entrando en una librería cristiana un travesti me pidió la bendición y yo por ese machismo venezolano, por temor a que alguien me podía ver, le eché la bendición entre dientes. Pero cuando entré en la librería y me puse a ver las cosas que iba a comprar sentí la voz de Dios que me interpelaba en el corazón: ‘¿Qué tiene que hacer uno para ganarse tu bendición?’. Le compré un librito bien bonito a la persona, la busqué, se lo entregué y le di un abrazo. Al muchacho se le aguaron los ojos y me dijo: ‘Padre, usted me confirmó cuando yo era bueno’, y entonces respondí: ‘¿Quién te dijo a ti que dejaste de ser bueno?’ ”.
“Una persona gay puede ser una persona muy santa simplemente si vive la caridad cristiana”, enfatizó.
“Fíjense en lo siguiente: ¿En base a qué vamos a ser juzgados nosotros?
Porque el juicio final no será ni por la religión; cuando el Hijo del Hombre venga pondrá a los buenos a la derecha y a los malos a la izquierda. A los de la derecha les dirá: ‘Vengan, benditos de mi Padre, porque tuve hambre y me dieron de comer, sed y me dieron de beber…’. ‘Pero ¿cuándo te dimos de comer o de beber?’, preguntarán. ‘Cuando lo hicieron con uno de mis pequeños’, les dirá el Señor. Y esa pregunta se las hará a los yanomamis que nunca escucharon de Dios, a los testigos de Jehová, evangélicos, católicos, ortodoxos, protestantes, musulmanes. Y a los de la izquierda les dirá: ‘Malditos, apártense de Mí y váyanse con Satanás al fuego eterno, porque tuve hambre y no me dieron de comer, sed y no me dieron de beber’ ”.
Hay que buscar el bien, dice San Pablo. “Porque cuando tú amas no robas, no le quitas la pareja a otra persona”. Entonces la caridad es la normativa.
Siempre en el centro de la Iglesia hay personas como San Juan Pablo II, la Madre Teresa de Calcuta, José Gregorio Hernández. “La Iglesia no es una institución, es un chorro de luz que cayó sobre el mundo”.
Y hablando de caridad dijo: “Todos los loquitos de Bejuma comían en nuestra casa. Y mi madre me enseñó que Dios nos daba para que les diéramos a ellos, ya que la abundancia nuestra depende de lo generosos que seamos con los demás. Lo que tú compartes lo disfrutas, lo que guardas para ti se pudre”, sentenció.
La fe se fortalece dándola y en base a experiencias puntuales, Monseñor Sipols compartió con el equipo de Notitarde lo bien que se siente físicamente tras haber adelgazado más de 60 kilogramos de sobrepeso, porque eso le permite mantenerse de pie más tiempo para poder dirigir su servicio y movilizarse de un lado para otro sin tantos contratiempos. Y para finalizar tan espiritual
Desayuno en la Redacción, el sacerdote, quien además se confesó franciscano, oró así por esta casa editorial:
“Yo te pido, Señor, que tu Espíritu Santo ilumine a Notitarde, que siga siendo un periódico muy bueno. Bendice esta sede, bendice a cada uno de sus trabajadores, dales entendimiento, que todo vaya siempre muy bien. Dales serenidad, valentía y equilibrio, que sean servidores de la verdad, de la información y de la formación de corazones. Yo te doy gracias por todo el bien que se puede hacer a través de Notitarde, Señor. Guárdalos siempre y que estén bajo el amparo de la Virgen del Socorro, dales fortaleza y que su vida esté llena de frutos, que sean verdaderos héroes venezolanos”. ¡Amén!
Ventana: “El motor de la Iglesia es el amor”.
La palabra “amor” nunca había sido pronunciada con tanta fe y con tanto fervor, y desde los labios del padre Roberto Sipols se llega a sentir dentro del corazón. Tal vez sea por el poder de comunicación que ha desarrollado en 32 años de entrega al servicio del Señor.
Es esa fluidez que tiene al hablar, y el cariño que se siente en cada una de las palabras que pronuncia, aunada a una sonrisa que no solo dibuja en su boca, sino que también se ve en sus ojos y que se extiende por todo su rostro; es lo que lo ha hecho “un cura famoso” entre los católicos carabobeños, quienes hablan hasta con furor de las homilías que ofrece cada domingo y los martes en la misa de sanación de la iglesia La Asunción y Santa Rita de El Trigal, donde ha estado desde los últimos seis años.
De padre alemán luterano, abuelastro ortodoxo ruso y madre católica, este religioso confiesa tener en sus venas la influencia de las tres Iglesias más importantes del mundo, influencia que sintió como el “llamado” de Dios por primera vez a sus tres años cuando en el templo La Misión de Bejuma, donde se crió, vio a un sacerdote de sotana blanca y llegó a casa diciendo que iba a ser cura.
“Eso me duró hasta los 11 años cuando tuve un período de confusión religiosa que me alejó de la Iglesia, pero volví a los 16 con la renovación carismática.
Terminé el bachillerato y entré en el Seminario de Caracas, después estuve en Colombia y terminé en España”, relata.
Sin embargo, la vida de este sacerdote no se puede resumir en una línea y media, porque es mucha la trayectoria como para pasarla por debajo de la mesa.
El padre Roberto Sipols se ordenó cura en el año 1983. Fue, durante cinco años, director de Disciplina del Seminario de Valencia y profesor de historia de la filosofía antigua, moderna, medieval, contemporánea, historia de la Iglesia de Valencia y del marxismo de esa misma institución por 18 años.
Paralelo a esto fue vicario parroquial del entonces padre y ahora Monseñor Reinaldo Del Prette, cuando era sacerdote en Naguanagua. También fue capellán de la Franciscana del Colegio San Antonio y asesor de la Renovación Carismática de todo Carabobo por 21 años.
El recorrido por las iglesias comienza después del Seminario cuando lo enviaron a El Palotal por cinco años; de allí se va a Ciudad Alianza, donde predicó la Palabra por 10 años; pasó a La Isabelica, donde estuvo cuatro años y medio; hasta que finalmente llegó a El Trigal, donde tiene ya seis años al servicio del prójimo y del Señor Dios.
Entre sus reconocimientos destacan el nombramiento que le hizo Monseñor Jorge Urosa Savino como vicario general y la mención honorífica que le dio San Juan Pablo II como monseñor.
Más allá de esa larga carrera y de todos los reconocimientos que ha recibido, parece que lo que más le causa satisfacción al padre Sipols es saber que las personas lo reconocen por la liturgia que imparte en cada una de las ceremonias, ésa que él define como: hablarle a la gente de las cosas de todos los días.
Para este cura, lo importante es hablarles a los fieles como una persona normal, sin tantos formalismos ni palabras incomprensibles y con mucho amor, pues “solamente desde el amor se entiende lo que fue la pasión de Cristo, recordando siempre que el motor de la Iglesia es el amor y que Dios no condena”