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Oswaldo Coronado R.
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Inteligencia artificial
Definición y orígenes de la inteligencia artificial
La inteligencia artificial no trata de crear conocimiento
nuevo, sino de recopilar y procesar los datos para sacarles
el mayor partido a la hora de decidir
La inteligencia artificial se ha convertido en una herramienta amplia y revolucionaria con innumerables aplicaciones en nuestro día a día. Capaz de alumbrar robots que actúan con respuestas similares a las humanas y de responder a peticiones de voz con funcionalidades prácticas en móviles y altavoces, la inteligencia artificial ha atraído la atención de empresas de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) de todo el mundo y se considera la Cuarta Revolución Tecnológica tras la proliferación de las plataformas móviles y en la nube. Pese a la innovación que proyecta en nuestras vidas, su historia es un largo proceso de avances tecnológicos.
Cuando hablamos de “inteligencia” en un contexto tecnológico a menudo nos referimos a la capacidad de un sistema para utilizar la información disponible, aprender de ella, tomar decisiones y adaptarse a nuevas situaciones. Implica una facultad de resolver problemas de manera eficaz, según las circunstancias y limitaciones existentes. Por su parte, el término “artificial” significa que la inteligencia en cuestión no es inherente a seres vivos, sino que se crea mediante la programación y el diseño de sistemas informáticos.
Como resultado, el concepto de “inteligencia artificial” (IA) alude a la simulación de procesos de inteligencia humana por parte de máquinas y programas informáticos. Estos sistemas están desarrollados para realizar tareas que, si las llevara a cabo el ser humano requerirían el uso de inteligencia, como el aprendizaje, la toma de decisiones, el reconocimiento de patrones y la resolución de problemas. Por ejemplo, gestionar enormes cantidades de datos estadísticos, detectar tendencias y aventurar recomendaciones según las mismas o, incluso, llevarlas a cabo.
Actualmente, la IA no trata de crear conocimiento nuevo, sino de recopilar y procesar los datos para sacarles el mayor partido a la hora de decidir. Se apoya en tres pilares básicos:
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Los datos. Es la información recopilada y organizada sobre la que queremos automatizar tareas. Pueden ser números, textos, imágenes, etc.
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El hardware. Se trata de la capacidad de computación que nos permite procesar los datos a mayor velocidad y con mayor precisión para hacer posible el software.
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El software. Consta de un conjunto de instrucciones y cálculos que permiten entrenar sistemas que reciben datos, establecen patrones y pueden generar nueva información.
Pero, ¿qué son los algoritmos de la IA? Reciben este nombre las reglas que proporcionan las instrucciones para la máquina. Los principales algoritmos de la IA pueden ser aquellos que emplean la lógica, basados en los principios racionales del pensamiento humano, y los que combinan lógica o intuición (aprendizaje profundo o deep learning), que emplean el patrón de funcionamiento del cerebro de las personas para que la máquina aprenda tal y como lo harían ellas.
¿Cómo nació la inteligencia artificial?
La idea de crear máquinas que imitaran la inteligencia humana estaba presente incluso en la antigüedad, con mitos y leyendas sobre autómatas y máquinas pensantes. Sin embargo, no fue hasta mitad del siglo XX cuando se investigó su verdadero potencial, después de que se desarrollaran las primeras computadoras electrónicas.
En 1943 Warren McCulloch y Walter Pitts presentaron su modelo de neuronas artificiales, considerada la primera inteligencia artificial, aun cuando todavía no existía el término. Posteriormente, el matemático británico Alan Turing publicó en 1950 un artículo con el título “Computing machinery and intelligence” (“Maquinaria e inteligencia informática”) en la revista Mind donde se hacía una pregunta: ¿Pueden pensar las máquinas? Proponía un experimento que pasó a denominarse Test de Turing y que, según el autor, permitiría determinar si la máquina podría tener un comportamiento inteligente similar al de un ser humano o indistinguible de este.
John McCarthy acuñó en 1956 el término “inteligencia artificial” e impulsó en la década de 1960 el desarrolló del primer lenguaje de programación de IA, LISP. Los primeros sistemas de inteligencia artificial se centraron en reglas, lo que condujo al desarrollo de sistemas más complejos en las décadas de 1970 y 1980, junto a un impulso de la financiación. En estos momentos, la IA experimentó un renacimiento gracias a avances en algoritmos, hardware y técnicas de aprendizaje automático.
Ya en la década de 1990, los avances en la potencia informática y la disponibilidad de grandes cantidades de datos permitieron a los investigadores evolucionar algoritmos de aprendizaje y consolidar las bases de la IA del presente. En los últimos años, esta tecnología ha vivido un crecimiento exponencial, impulsado en buena medida por el desarrollo del aprendizaje profundo, que aprovecha redes neuronales artificiales con diversas capas para procesar e interpretar estructuras de datos complejas. Este avance ha revolucionado las aplicaciones de IA, incluyendo el reconocimiento de imágenes y voz, el procesamiento del lenguaje natural y los sistemas autónomos.